Ya veis que el título promete. Y es que Carlota vuelve a lo grande con su salvajismo y locura habituales. Me imagino que no esperabais otra cosa de mi que tan abandonado tengo este blog. Entre unas cosas y otras llevaba meses sin poder escribir y eso hace que nos estuvieráis al tanto de mis últimas consideraciones y correrías en esto del sexo y el amor, que como muy bien sabéis, está acabado gracias al Tinder, que ya es peor que cualquier disco-pub chungo de cualquier barriada, así de “exclusivo” se nos ha puesto. Menos mal que tengo esto del Satisfyer, que me viene muy bien para batir los huevos porque ya sabéis que es sumergible.
Lo primero: Ya no hay tíos en el universo así que nos viene de puta madre que un palo rosa nos provoque los orgasmos. Igual todos los que había guapos en Tinder se han largado a Machu-Pichu donde habrán organizado una comuna de micropenes unidos por la escalada o algo así. O estarán apartando a gente que no aporte o quizás comprando la mantita para ver las pelis en el puto sofá, más de día que de noche, eso también o leyendo El Principito…en fins, qué os voy a contar que ya no sepáis.
Ayer me encontré con uno que ponía la medida de su polla en el perfi: 21,95…después decía que “él era de cerveza” y que “si te gusta el vino es tu problema”. Yo en vista de tal envergadura si hay que dejar de beber vino pues se deja y nos inflamos a cerveza. Hoy estoy haciendo un detox integral, no vaya a ser que me escriba. Creo que con los 22 cm ya no necesitaría comer nada más y así dejo descansar el hígado y al estómago ¿no? Es un medio ayuno, que vale igual.
Luego está el Tinder Viejos, que es otra app que hay para ricos (en la que se cuelan también los pobres y que obviamente no se llama así) y en la que se pueden leer cosas como “ Soy un “chico” separado de 58 años” ¿mande? Y yo una bebé de 47, no te fastidia. ¿Quedamos para hacer la Comunión y lo que surja?
Lo segundo: no solo no hay tío guapos (o yo no los veo) es que los que hay que están disponibles y no están casados o te hacen ghosting o resulta que ahora ya casi no comen coños ¿y sabéis por qué? Pues el otro día una amiga muy joven me dijo que a los millenials ya no les gustan los cunnilingus…y pensándolo pensándolo a ver si va a ser verdad. Ahora lo que hacen ellos es comprar un Satisfyer y cuando una tía les dice “cómeme el coño” van, lo sacan y te lo colocan. Cómodamente y sin bajar al pilón. Así que ya sabéis, hay que hacerse con el Satisfyer masculino y cuando os digan “cómemela” (ella, complemento directo) pues se la meteís dentro del tubo ese que parece un rollo de papel higiénico pero en plástico negro (o en su defecto en un auténtico rollo de papel higiénico). Total, amiguitas, que ya hay sucedáneos para todo. Empezamos con los tronquitos de mar y hemos acabado así. Quién nos lo iba a decir.
He oído cosas como que los tíos ya no quieren comer coños si no estamos completamente depiladas (y agárrate tú los machos, con los pelambres que llevan algunos) o nos quieren echar cosas en la entrepierna como si fuéramos un helado de yogur de esos a los que se les ponen topings. Pero vamos, que en realidad lo que va a acabar con los cunnilingus es el Satisfyer. Así que a callar y a decir que va como el culo, que has perdido el cargador imantado, o que ese aparato a ti te hace mucho daño… que luego no se lo curran y te sacan el palo. Si no ¿por qué creéis que los tíos lo regalan tanto? ¿Para que las mujeres nos masturbemos como locas? Pues no. Lo regalan para no tener que comerse ellos el coño. Ya hay un aparato por cuarenta pavos que lo hace. Así que cuidadín con el cacharro que puede ser un arma de doble filo. Al final van a coger un Satisfyer, un vibrador y nos harán el amor mientras ven una serie. Nos queda poco para eso.
Y hablando de otras cosas, en el Tinder Viejos me encontré hace unos meses un tío con el que estuve una temporada y merece la pena ser contado esto, porque es muy de mi estilo eso de “que en casa del herrero cuchillo de palo”. Bien. Pues esta historia es así pero a lo bestia. Menuda rentada, como diría mi hijo. El tío en cuestión era/es piloto. Tenía 57 años, eso si con todos las taras que eso conlleva (eso si queréis os lo cuento en otro post) Yo cuando alguien me dice que es piloto 1. Pienso que está zumbado por el jet-lag (lo cual es correcto en el 90% de los casos) 2. Pienso que se follará a todo lo más grande (más bien se follan a lo que pueden) 3. Que estará forrado (esto es lo único potencialmente correcto) 4. Que viajan todo el rato (no viajan una mierda a no ser por trabajo; les quitas de sus rutas y han ido a dos sitios) 5. Pienso que es mentira que son pilotos
Como el estado mental de la gente es asunto suyo, lo único importante al conocer un piloto es averiguar si es de los que van cerca o de los que van lejos o muy lejos. España, como comprenderéis es una mierda. No me interesa un piloto que vuele a Jerez ni a Ibiza. Para eso me llega la pasta. Europa puede pasar, pero eso también es un piloto low cost. El que yo encontré en Tinder Viejos era de los guenos: un comandante de Iberia de larga distancia nada más y nada menos. De los que volaba a casa Dios: Singapur, Tokio, Ciudad de México, Nueva York etc. Molaba más que fuera de Emirates o Qatar, más que nada porque ahora a mi me interesa Asia e Iberia Asia como que no lo trabaja, pero tampoco nos íbamos a poner estupendas.
Al principio le veía la gracia eso de que me escribiera desde destinos de lo más exóticos. Me mandaba fotos al amanecer encima de las nubes y de las lucecitas y mandos de la cabina. Siempre me pusieron los pilotos..hasta que los probé en mis carnes- pero creo que son un bluf: ligan exclusivamente por su profesión. Si les quitas el uniforme se te quedan en nada. Son como los pasteles de los buffetes libres, que tienen una pinta estupenda pero luego están fatales. Puritita apariencia. Sólo tienen una cosa buena: que nunca están.
Lo mejor de mi piloto es que me traía las cosas típicas de los países a los que iba con lo cual me agencié los más variados regalos. De España me regaló el Satisfyer, precisamente, de Ecuador café, de México plata, de Japón, té y así sucesivamente.. Eso fue lo más guay. Para que luego digan que no somos interesadas. Yo si. Me interesan un montón de cosas. Las demás haced lo que queráis.
El caso que casi desde el minuto uno de conocerle me chantajeó o más bien vamos a decir que estaba todo el rato poniéndome el caramelo en la boca con que me iba a meter “en su cartilla de billetes” que era lo que yo más ansiaba. Porque cuando uno de estos señores te pone “en su cartilla de billetes” puedes, en un suponer, viajar gratis a Tokio con el hotel pagado y encima en business. Yo, que en mi vida he volado en business (ni en esta vida ni en la próxima), me veía ya con el champán en una cama cápsula rumbo a Singapur y follando en la cabina presurizada (con él, eso sí lo iba a respetar), pero ayyy amigas, nada más lejos de la realidad. Se ve que me falla la actitud o que hace tiempo que he dejado de llevar tacones y no me merezco más que ir en patinete, a ras de suelo.
Lo de la cartilla de billetes lo estuvo usando unos tres meses. Yo a día de hoy la única cartilla que tengo es la del paro, no se cómo lo veis. Así de neorrealismo italiano es mi vida. Cuando ya casi me iba a meter en la puta cartilla y nos íbamos a ir a Japón, se me dio por ponerme gilipollas y empezar a quejarme de algunos “problemillas” (si, lo se, es para darme dos tortas) y él decidió que le daba miedo ir conmigo a ninguna parte. Y volando no digamos. Como diría también mi hijo “menudo palomo”. Le propuse ir a Lisboa por carretera pero dijo que tampoco se “arriesgaba”; luego creo que le dije León, y que tampoco se arriesgaba, que era muy “intensa”. Así que al final me llevó a un pueblo de Ávila, más o menos a 60 kilómetros. Y esto fue lo más lejos que me llevó mi comandante, que ahora, le estará vendiendo a otra lo de que “si te portas bien te meto en mi cartilla de billetes”. A ver si la pobre tiene más suerte y llega hasta Cuenca.
Así las cosas, y ahora que lo pienso, he tenido ligues ebanistas que no me hicieron ningún mueble, pintores que no me pintaron un cuadro, cocineros que no me cocinaron nada, informáticos que no me arreglaron el ordenador, telecos que no me pusieron ninguna antena y médicos que no me dieron ninguna baja. ¿para qué vale ser algo en la vida entonces?
As pesar de que no estén ya de moda, a ver si vamos a tener que seguir apostando por los empotradores que por lo menos hacen bien su único trabajo, y raras veces presumen. Pero ya tampoco quedan …¿Esos a qué isla se habrán ido?