Ahora que llevo ya siglos separada y algunos meses divorciada, tengo ganas de hablar del día de mi boda. Todo el día de mi boda y su disparatada organización fue de lo más gracioso que me ha pasado nunca, un cúmulo de cutreces y despropósitos que sin embargo, milagrosamente, acabó muy bien.
Me da mucha pena cuando veo el show en el que se han convertido hoy en día las bodas, preparadas con siglos de antelación en bosques customizados para la ocasión, con cosas tan absurdas como tenderetes de burritos y pulpo, tarros de mermelada con velas colgados de los árboles e invitaciones escritas en mensajes dentro de botellas…Es todo tan enrevesado, tan preparado hasta la extenuación y tan hipsterilmente estándar que me pregunto cómo los novios no se separan del estrés antes de que llegue la puta boda…
Bodas en la playa todos de blanco, bodas en los bosques adornados con velas, bodas bajo carpas de circo, bodas en bicicleta, bodas bajo el agua, bodas en las que lo que mola es ir a una carretera de La Mancha a hacerse las fotos..bodas en las que hay fotomatones, recenas, desayunos, drogas caras… bodas en las que a las 4 de la mañana traen hamburguesas de McDonlads con el nombre de los novios en el puto Big Mac, en las que la gente se disfraza y te dan bailarinas de regalo..¿Dónde quedaron los salones de bodas paletos con los camareros sacando el cordero echando fuego? Donde se repartían puros y trozos de liga para sacar los billetes?A mi me gustaban más. Si me casara ahora, no lo haría en Tarifa ni en Ibiza, ni descalza con una corona de flores…lo haría en alguno de esos Salones de Bodas que ahora han caído en desgracia..eso sí que sería moderno y trash. Habia uno en Leganés que siempre me fascinó, el Lady Legs. Esas lámparas de araña, ese suelo brillante, esas estatuas de Venus en cada esquina, esos camareros tirándote sobres de mostaza y salsa rosa para echarle a los langostinos…
Y luego están las bodas gallegas..en una boda gallega lo de casarse es lo de menos. Se va a comer y punto. La gente se enamora solo para ponerse ciega.
Tuve una compañera que hacía de fotógrafa de bodas ocasionalmente y siempre me contaba anécdotas de las bodas gitanas..como que a veces hacían barbacoas en los somieres viejos. Yo me imagino más así, hacíendo un churrasco humeante encima de un somier oxidado, mientras todos bailamos alrededor del fuego. Preferiría eso que llegar en bicicleta con globos a una iglesia abandonada en medio de un pueblo idem.
Yo me casé en 1998 y preparé mi boda en dos meses, no se ni cómo. No tenía ni puta idea. Debí de ser de las primeras novias en España en recurrir a una wedding planner, algo que años más tarde se puso muy de moda pero que en aquella época ni Dios usaba..yo siempre de avant-garde, cutre pero siempre avanzada a mi tiempo, eso sí. Sólo se que un día dentro del metro en la estación de Lista vi un cartel que ponía «Organización de bodas» y yo pensé: «pues mejor pregunto porque como la organice yo, vamos de culo». Total que una vez que conocí a mi planeadora de boda y me dijo que yo no tenía que pagar nada le dije: pues si es gratis, organiza lo que quieras, que yo me dejó. Malo será. Mi presupuesto es bajo tirando a miserable así que con eso haz lo que puedas.
Luego estuvo el asunto del traje. Yo no fui como todas las novias acompañada de mi madre a elegir mi vestido. Que va. De hecho la única participación de mi madre en mi boda fue «venir» a mi boda. Recuerdo que me metí yo sola en una tienda de Pronovias de Cuatro Caminos. Me subieron en una especie de pedestal y me empecé a probar todo tipo de vestidos sin orden ni concierto. Al final, ese mismo día, sin mirar más, me decidí por uno medieval, con mangas colgando hasta el suelo..solo faltaba un corcel. Dos semanas más tarde me arrepentí de escoger algo tan medieval y otra vez sola dije «mira no..me veo muy de época y quiero cambiarlo» «pero el vestido ya está encargado» -dijeron las dependientas- «Es que parezco la Princesa Prometida..¿no hay algo más discreto? Al final escogí otro vestido horrible de manga corta y que tampoco me pegaba ni con cola.
A la semana más o menos voy subiendo por las escaleras mecánicas de El Corte Ingles y paso por la tienda de novias y veo ahí colgado el puto vestido perfecto para mi..el mío, pero claro…es que ya lo había cambiado dos veces ¿iba a ser capaz de cambierlo otra vez? La verdad es que sí, si fui capaz de escoger mi tercer y definitivo vestido…eso sí me pusieron una multa por ser la única persona humana que cambió su vestido de novia 3 veces.
Mi ramo de novia lo encargué en el Mercado de Maravillas, en un puesto de flores..»Uno bonito que tenga rosas» fue la indicación que les di junto con la fecha y la hora. Ni fotos ni ostias.
Dos días antes del día D, decidí que no quería ser pelirroja (como era) y que quería el pelo negro..negro tipo cuervo…me dio por ahí..pero en vez de irme a la pelu, lo cual hubiera sido bastante normal en vísperas de mi boda, me lo teñí yo en casa así que me quedó como a rayas, una roja, una negra y así. No creáis que fui a arreglarlo..pa qué.
El día antes de la boda, ese en el que todas las novias están relajadas y tranquilas vinieron mis amigas de Coruña y en vez de mandarlas a un hotel, pasaron la noche en mi casa de 50 metros cuadrados..algunas tuvieron que dormir en mi cama.
La mañana de mi boda me leventé, me duché, agarré mi tercer vestido y me bajé a la peluquería del barrio. Estaba cerrada y tuve que esperar a que vinieran a abrir, allí puesta con el vestido de novia. Recuerdo que me pintaron como para ir a una barra americana en vez de a una boda, que para colmo era la mía. También recuerdo que no me dió tiempo a subir a vestirme a casa así que me vestí en la pelu con ayuda de las peluqueras y de las otras señoras. Recuerdo que mi hermana llegó cinco minutos antes de que me tuviera que ir con el ramo, recién llegado del mercado y me lo tiró con el plástico y todo. Yo no lo había visto antes pero me pareció bien. Recuerdo salir de la pelu con mi vestido de novia, mi ramo de última hora, mi pelo a rayas y pintada como una zorra rumbo al Retiro donde me casé. Al salir de la pelu todas las tenderas de mi calle (que era muy estrecha) salieron a aplaudir como si yo fuera mismamente Julia Roberts en Pretty Woman, algo así. Todo aquello no salió mal «porque Dios no lo quiso» como se suele decir..
Cuando después de casarnos llegamos al lugar donde se celebraba la fiesta yo lo flipé. No solo la casa era preciosa, si no que nos recibieron con champán y había un tipo cortando jamón..No entendí muy bien de dónde había salido todo aquello ni qué me esperaba después o ya puestos, quién lo iba a pagar. Lo de quién lo iba a pagar me quedó más claro cuando al final de la fiesta vi a mi madre y a mis suegros soltando billetazos en cash encima de una mesa, en medio de los invitados.
La wedding planer contrató a un fotógrafo rarísimo pero que ahora molaría, muy hispter..Todas las fotos son de cogotes, espaldas o están hechas sin orden ni concierto..Modernas son, eso sí.
Recuerdo que en el banquete mi abuela Ma se quiso ligar al abuelo de mi marido (que estaba con la abuela, dicho sea de paso) y como solo hablaba francés se lo trataba de afanar con gestos.
Que a mi otra abuela, que había abandonado a mi abuelo hacía 50 años se le dio por decir que le quería mucho y se pasó la boda intentando hacer manitas con él
Que en medio de la boda mi flamante marido y yo nos fuimos a un campo a echar la siesta
Que mi hermana fue con vestido de playa y en chanclas
Que cuando se acabó la fiesta, no hubo recena, ni chocolate con churros ni ostias. Nos fuimos a cambiar a casa (en la que por supuesto estaban todos nuestros amigos o parte) y de copas a Malasaña.
La noche de bodas no la pasamos en un hotel..qué va ¿para qué? No se nos ocurrió otra cosa que irnos a dormir a un camastro a nuestra antigua casa enana de Lavapiés, entonces alquilada por una amiga nuestra. Es decir, dormimos en la que había sido nuestra casa pero que ya no lo era.
A la mañana siguiente nos fuimos a tomar nuestro primer desayuno de casados a un bareto de Lavapiés, de esos que pone «Marisquería» pero en donde nunca hay mariscos…
La luna de miel siguió más o menos la misma tónica de cutrerío. Lo único que hicimos fue pillar unos billetes a Nueva York y una pensión por Internet. Cuando llegamos casi se me caen las bragas. Estaba en un barrio lo peor de lo peor y en la habitación tenía pinta de haber habido uno o varios asesinatos..desde luego no esperaba una cesta de frutas y champagne «Oye mira, que yo aquí mi luna de miel no la paso» le dije a mi ex-marido mientras miraba la tele, sujeta a la mesa con cuatro cadenacos (para que no la robásemos, claro). ¿Y ahora qué hacemos? Pues no se…¿no conocemos a nadie en esta ciudad? Al final acabamos en la casa de la amiga, de la amiga de una amiga..de acople total..y así empezó la luna de miel que se desarrolló durmiendo en sitios inmundos y cutres, con baños compartidos y comiendo en las Delis de take away porque no teníamos pasta para comer de restaurantes. Alguna vez, cansada, me ponía a llorar «Esto no es luna de miel. Es luna de mierda»
Recuerdo que años más tarde para celebrar nuestro 10 aniversario, volvimos a Nueva York y fuimos a un hotel bien, a clubs de jazz, a los restaurantes más de moda…No fue lo mismo. Ni de lejos. Fue bastante peor.
y yo me pregunto ¿por qué eramos así? ¿porque éramos jóvenes? ¿porque esas cosas nos daban igual? ¿o es que aún no nos habíamos convertido en pijos?
Y vosotros ¿os habéis casado? ¿qué recuerdos tenéis del día de vuesta boda o cómo os gustaria que fuera??
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Mi boda fue lo menos glamuroso y gitanesco. Me casé hace más de once años, aunque mi compañera de entonces y yo ya llevábamos unos siete viviendo juntos y nos iba bien así. Pero cuando nos llegó el momento de tener hijos no conseguíamos quedarnos embarazados, así que decidimos la adopción internacional y entonces nos enteramos de que en todos los países te pedían que estuvieses casado; en fin, que nos hacía falta el certificado de matrimonio, y deprisa. Estuve telefoneando a varios ayuntamientos para consultar calendario y al final nos inscribimos en Getafe, que era el que nos daba fecha antes. Yo me había planteado un trámite sencillo, dos testigos, firmar y ya, pero finalmente avisamos nuestros padres y hermanos (y sobrinos). El mayor derroche lo hizo mi compañera, que estrenó un vestido blanco, aunque no era propiamente de novia. Invitamos a la familia a comer en el restaurante ‘El buey’ enfrente del Senado, después a tomar café en la plaza de Oriente y luego cada uno a su casa. Era un sábado de mayo de 2004, y esa tarde nos fuimos al cine según nuestra costumbre; vimos ‘Héctor’ de Gracia Querejeta, que nos encantó, que gran película!… y eso fue todo. Al siguiente año tuvimos a nuestra primera hija adoptada, cinco años después otra segunda hija, biológica esta vez… … Y ya llevamos cuatro años y pico separados cordialmente y con custodia compartida, mi ex y yo somos vecinos del barrio y civilmente seguimos casados
pues la verdad es que si me volviera a casar, tampoco lo haria como lo hice en su dia, ni el vestido, ni la celebración, ni otras muchas cosas, el viaje es lo único que salvaria ….
yo también estoy ya divorciada desde hace 8 años , en fin….